Fernando Colmenarejo García
Arqueólogo
Dicen que vamos por la sexta ola de la pandemia, que viene a ser una especie de tsunami traumático, y que nos ha llevado a vivir entre colas para acceder a ciertos establecimientos, auto-confinamientos, bajas laborales, fiestas navideñas perdidas, preocupación, malestar social y lo peor… muertes. Desde su origen, en marzo de 2020, alentados por los consejos sanitarios, aunque con un cierto porcentaje social desconfiado, creíamos caminar apresuradamente por el interior de un túnel desconocido, esperanzados en encontrar la luz de su embocadura final. Por ello, es necesario reflexionar sobre determinados aspectos de las pandemias, y como recomendación, siempre es bueno tener presente las vicisitudes que sufrieron nuestros antepasados sobre este tipo de episodios. Así, para la sección de este mes de febrero de 2022: “La Sierra en el punto de mira”, mi intención es exponer las medidas que se tomaron para frenar la peste de finales del siglo XVI en Buitrago y su tierra, conformada, en general, por el valle del Lozoya y los pueblos de la sierra norte. Con seguridad, ello nos permitirá recordar situaciones vividas en la actualidad, y, por tanto, la necesidad de poner la historia al alcance de quienes tienen responsabilidades en la gestión sanitaria, especialmente como servidores públicos, en la esperanza que sus medidas sean racionales, sobre todo hacia los más necesitados.
María José Mendoza Traba
Juan José Cano Martín
RENO ARQUEOLOGÍA
La Casa del Bosque de Buitrago del Lozoya (Madrid) fue originariamente (mediados del siglo XVI) un pabellón de caza consistente en una construcción rectangular de dos plantas, en la que las estancias se distribuían alrededor de una habitación cuadrangular central más elevada y cubierta por un chapitel.
Este edificio primigenio se completaba hacia el sur con un jardín ordenado por una fuente central que hacia eje con un ninfeo ornamental al pie de la casa, y se cercaba por un potente muro de mampostería que remataba en dos torreones en sus ángulos meridionales.
Este primer edificio acabó arruinado. En una segunda etapa la edificación es sometida a una importante transformación, volviendo a ser el espacio central el generador de la nueva obra, el antiguo salón cuadrangular se transforma al interior en una sala circular sobre la que se eleva el nuevo tambor cubierto por una gran cúpula. Un cambio total en su aspecto según los nuevos gustos cortesanos, tanto al interior como al exterior del edificio.
Esta importante y arriesgada puesta a la moda de una casa de campo torreada, convirtiéndola en un pabellón señorial con gran sala principal cupulada que reutiliza las estructuras preexistentes, llevó consigo problemas estructurales que se vieron rápidamente, de este modo en el mismo siglo XVII se tuvo que realizar un potente refuerzo del tambor.
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