Informo sobre dicha presentación porque me han preguntado en numerosas ocasiones qué pretendía con este estudio. Sencillamente, la respuesta se encuentra en la idea lanzada en su momento por Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido bajo el seudónimo de Quino, gran humorista gráfico e historietista argentino nacionalizado español. Quino fue el padre de la inconformista MAFALDA, quien, entre otras frases, muchas de ellas cargadas de ironía y filosofía, nos invitó a reflexionar sobre nuestro planeta, la paz y la igualdad. Precisamente, sobre esta última cuestión, en cierta viñeta nos llegó a preguntar: ¿Pensaron alguna vez que si no fuera por todos, nadie sería nada?
De eso trata el libro, de la importancia que tiene cada persona como engranaje de la sociedad. Por ello, cada historia de vida merece ser contada y conocida, porque desde el conjunto de esas memorias se puede obtener un mayor conocimiento de la historia. Y ello no para influenciar a los demás, como ocurre con los influencers, cada vez más numerosos en las redes sociales, que nos venden ideas con el marketing de sus palabras, llevándonos sus mensajes hacia donde quieren. NO, aquí lo que se pretende tan solo es que reflexionemos sobre estas memorias, como historia social, donde el sujeto es una parte destacada del relato histórico. Cierto es que esto está ya más que inventado y definido por historiadores, pero, a veces, los mismos historiadores lo olvidamos.
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De manera que la joven que se escapa de su casa para ser monja y servir a los más desfavorecidos, el muchacho que recoge las colillas de los cigarros para ganarse unas pesetas, o bien la niña que vive en la casilla de una colada, sin más necesidad que la compañía de sus amigos de juego y el cariño de su familia, se convierten en parte de esas veintitrés memorias de vida, que convergen para acercarnos a la historia más humana de Colmenar Viejo. Y convergen, como digo, con la pretensión de hacer hincapié en la importancia que cada individuo tiene en el desarrollo histórico de la población donde convive.
Por ello mi más sincero agradecimiento a todas las personas que nos han regalado su historia. Un ejemplo que, sin duda, contribuirá a conocernos mejor, y que, además, las diferencias de credos y pensamientos no suponen una barrera para entendernos y aceptarnos.
Izquierda: Portada del libro Memorias de vida para la historia de Colmenar Viejo, sobre un dibujo de Jesús Calero Camueso. Derecha: Dibujo de Cristina González Gómez Rico, sobre una viñeta de QUINO, para la exposición que complementó la presentación del libro
Un momento durante la presentación del libro. Fotografía de Diego Pedrosa
Fernando Colmenarejo García - arqueólogo