Este año, 1923, como en otros muchos años de la historia de la Plaza de Toros de la Corredera, el Ayuntamiento de Colmenar Viejo hubo de ser el empresario ante la falta de concurrencia de empresas para ofertar por la adjudicación. En las condiciones para ser adjudicatario no se establecía ningún tipo de subvención y se exigía un canon por utilizar un inmueble público. Lo intentaron por dos veces, en el mes de abril y en el mes de mayo; pero nada. El alcalde en esos momentos era Vicente del Valle y en España reinaba Alfonso XIII, y presidía el que sería el último gobierno constitucional de este rey, el liberal Manuel García Prieto.

Hace ahora cien años, es decir, en el año 1922, los colmenareños, tan apegados a sus fiestas patronales seguían con esfuerzo y esmero preparando los actos en honor de su patrona la Virgen de los Remedios, en los que los festejos taurinos tenían un destacado protagonismo; además, desde hacía más de treinta años disponían de una plaza de toros, construida ex profeso donde celebrarlos, lo que sin duda resultaba una cuestión diferenciadora de los demás pueblos del entorno. 

El Ayuntamiento como responsable de que todo ello se llevase a cabo con el mayor esplendor posible, tenía al frente, ese año, como alcalde por designación real, a José Sanz y Sanz, que se hubo de enfrentar a un problema que se repetía con reiterada frecuencia, y que no era otro que el de buscar un empresario que se encargara de organizar los festejos. Se confeccionó el correspondiente pliego y se fijó el día 15 de junio a las 11 de la mañana, como día y hora para la presentación de pliegos; pero como otras muchas veces había ocurrido no se presentó ninguno, por lo que los ediles decidieron hacer una pequeña modificación en el sentido que los gastos de acondicionamiento del coso serían a partes iguales entre el Ayuntamiento y el adjudicatario, pero con la advertencia expresa de que las tablas que conformaban la barrera deberían quedar en perfectas condiciones cuando finalizase la adjudicación, la fecha del 2 de julio fue la nueva fijada, pero se repitió el resultado de no comparecer ningún candidato a empresario 

La afición a correr toros y a su lidia ha sido desde hace siglos una de las principales aficiones de los colmenareños. Inicialmente, se celebraban los festejos en su Plaza Mayor, a la que denominaban de diferentes maneras según el periodo histórico que se vivía; y desde 1891, se hizo, en la plaza creada a este fin, y como lógico denominada plaza de toros.

La afición a correr toros y a su lidia ha sido desde hace siglos una de las principales aficiones de los colmenareños. Inicialmente, se celebraban los festejos en su Plaza Mayor, a la que denominaban de diferentes maneras según el periodo histórico que se vivía; y desde 1891, se hizo, en la plaza creada a este fin, y como lógico denominada plaza de toros.

Comentarios a las Ordenanzas Municipales de Colmenar Viejo de 1884
Miguel Ángel de Andrés Santos*

Las ordenanzas municipales son normativas de origen medieval que emitía el propio municipio y que pueden ser consideradas continuadoras de los fueros nacidos en el siglo XI. Las ordenanzas municipales alcanzan su plenitud entre los siglos XV y XVI.
F. Colmenarejo, en su libro República y Guerra Civil en Colmenar Viejo, nos indica que Colmenar Viejo tenía ordenanza en 1575 1; pero hasta la llegada del siglo XIX y la aparición del constitucionalismo en España no va a existir una normativa unificadora de las ordenanzas municipales.

Miguel Ángel de Andrés Santos*
Pablo Torres Torres*

España durante el siglo XIX padeció varias epidemias de cólera morbo o asiático. En el transcurso de las cua-tro sufridas, la primera en 1817 y la última en 1885, algunos autores cifran el total de fallecidos en 800.000 personas en una población total próxima a doce millones de habitantes, lo que dicho en cifras porcentuales quiere decir, que casi 7 españoles de cada cien murió de cólera en aquellos años. Estas circunstancias conllevaron una impor-tante recesión económica, y una gran inestabilidad social con nume-rosas revueltas populares. Igualmente conllevó un cambio profundo en la sanidad y en las normativas y acciones higiénicas, aunque no exentas de polémicas, como la referente a la vacuna creada por el español Jaume Ferra.

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