En ese momento no había posibilidad de ofrecer una breve explicación sobre este particular, aunque el coordinador del acto, Mariano de Andrés, aclaró que los investigadores del yacimiento conocían perfectamente el terreno. Por ello, la actividad de este mes sobre “La Sierra en el punto de mira”, la dedicamos a este aspecto, no ya como réplica sino como aclaración, pues, como bien dijo Sebastián Torres, los topónimos deben tenerse en cuenta por la información que registran, y ello es obvio, máxime también como herramienta para un mejor conocimiento del territorio histórico.
En el caso de “Navalahija”, todo ocurrió en la Nochebuena de 1991, cuando fuimos a la dehesa de Navalvillar para verificar los posibles restos arqueológicos descubiertos por Miguel Fontecha, a quien siempre estaremos profundamente agradecidos. Al comprobar que se encontraba en lo cierto, y que presentaban las mismas características morfológicas del yacimiento excavado con anterioridad por Concha Abad, en esta misma dehesa, a poco más de 1 km., decidimos dar a conocer su descubrimiento a la institución municipal y autonómica.
Así mismo, La Comarca, dedicó su portada correspondiente a la 2a quincena de enero de 1992 a este hallazgo, bajo el titular “Un yacimiento visigodo amenazado por las maniobras militares”, lo que provocó la evidente polémica, en un momento crítico que se vivía sobre la reivindicación sociopolítica para poner fin a las maniobras militares en esta dehesa, que venían realizándose prácticamente desde la posguerra. No en vano, en la huelga del arroyo de Tejada, inmediata al yacimiento, se encontraba el campo de tiro. Por ello, a ese titular le siguieron otros tantos en diferentes medios de comunicación.
El hecho de recibir información oral sobre el nombre del paraje, donde se ubicaban los vestigios arqueológicos descubiertos, nos llevó a denominarlo así: “Navalahija”, sin reparar en un primer momento en los registros toponímicos más inmediatos, tan ricos y variados que presenta esta finca municipal de más de 1.100 hectáreas, y que por proximidad deberíamos haber denominado “Valdepuercos”, o bien “Pocito de los lobos”, por el arroyo que discurre inmediato al yacimiento.
Noticia del hallazgo arqueológico de “Navalahija, en la dehesa de Navalvillar, en la portada de La Comarca
Dieciséis años después, gracias a la respuesta que dio Mariano de Andrés a nuestra solicitud para proceder a una primera excavación en el yacimiento, los resultados fueron verdaderamente sorprendentes, por lo que a aquella primera campaña, le siguieron otras cinco más, de manera que su interés científico motivó a la actual Dirección General de Patrimonio Cultural su inclusión, junto con los yacimientos inmediatos de Navalvillar y de Remedios, en la red de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid. De
hecho, Colmenar Viejo puede presumir de ser el municipio con más yacimientos visitables, después de Madrid y Alcalá de Henares.
Bien es cierto, que en una de las sesiones de las Jornadas Arqueológicas, que por entonces dedicábamos a celebrar entre la vecindad para difundir los resultados de la preceptiva campaña de excavación, expusimos que la elección de este nombre de “Navalahija”, y no el de “Valdepuercos”, se debía a las razones apuntadas anteriormente. Con todo, lo importante, lo extraordinario, estriba en la información histórica que ha arrojado este yacimiento, junto con los anteriormente señalados. Precisamente, su relevancia ha dado lugar a multitud de publicaciones. La última de ellas, ha visto la luz esta misma semana, con motivo de las jornadas que se celebraron en Castelo de Vide, Portugal, teniendo como eje de trabajo las reflexiones teóricas y los enfoques metodológicos que se están desarrollando sobre las comunidades campesinas en el ámbito de la Península Ibérica durante la transición entre el mundo antiguo y el medieval.
Comunicación del hallazgo del yacimiento arqueológico de “Navalahija”, en el diario El Sol
En definitiva, los topónimos de la dehesa de Navalvillar no se han cambiado. Continúan y continuarán aportando información sobre las tierras donde se encuentran. Lo que sí se ha hecho ha sido denominar un yacimiento con el registro de un topónimo cercano de la misma dehesa, en lugar de haber adoptado el más inmediato al mismo. Esa corrección o aclaración es viable en el panel expositor general del yacimiento, en futuras publicaciones y en esta misma sección que he considerado oportuno aclarar para conocimiento del “mundo mundial”. Quizás, y dada la importancia del yacimiento de “Navalahija-Valdepuercos-Pocito de los lobos”, como yacimiento visitable de la
Comunidad de Madrid, y como activo patrimonial de Colmenar Viejo, me hubiera gustado que la denuncia se hubiera centrado, más que en su aspecto toponímico, en el trato que se viene dando al yacimiento, en la necesidad de continuar avanzando en su investigación y, al menos, en su promoción sociocultural.
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